Columna Semanal del Arzobispo Chaput: RISE y la vocación de hombres cristianos
La columna de esta semana está dirigida explícitamente a los hombres de nuestra Iglesia local. Te estoy hablando a ti.
C.S. Lewis una vez describió el cristianismo como una «religión en lucha». Quería decir que vivir el Evangelio implica una verdadera clase de guerra espiritual; una lucha contra el mal en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea —no con violencia, sino con valor y amor.
Los hombres necesitan un desafío; los hombres tienen que probar y demostrar lo que valen; los hombres se sienten más vivos cuando se entregan a un propósito más allá de su propia comodidad. Ésta es la razón por la cual los hombres jóvenes se unen a los Marines o Rangers o Seals. Lo hacen a pesar de ser duro, pero precisamente porque es difícil; porque duele; porque quieren ser el mejor y ganar un lugar entre hermanos que también son los mejores. Los hombres se unieron a los primeros capuchinos y jesuitas no para escapar del mundo sino para transformarlo; para convertir el mundo al exigir todo lo que un hombre poseía, cada gota de su energía, amor, talento e inteligencia, al servicio de una misión mayor y más importante que ningún ego individual o apetito.
Como hombres, estamos conectados por la naturaleza y confirmados por la Palabra de Dios a hacer tres cosas principales: proveer, proteger y liderar —no por nuestro propio bien, no por nuestras propias vanidades vacías y apetitos, sino en servicio a los demás.
Nosotros los hombres —todos nosotros, clérigos y laicos— tenemos una responsabilidad especial porque el Evangelio nos designó como líderes; eso no le resta nada al genio y la habilidad de las mujeres o a la igualdad de mujeres y hombres. Pero los seres humanos no son unidades idénticas; no somos piezas intercambiables de la maquinaria social. La igualdad cristiana se basa no en la ideología política sino en la realidad de las diferencias y las dependencias mutuas de verdaderos hombres y mujeres. Como criaturas estamos diseñados para necesitarnos mutuamente, no para replicarnos unos a otros.
Por lo tanto, cuando se trata de liderazgo, los hombres deben liderar de una manera exclusivamente masculina. El gran santo de la antigua Iglesia oriental, Juan Crisóstomo, describe a cada padre humano como obispo de su familia; todos los padres son obispos; y cada padre moldea el alma de la nueva generación con su amor, su autodominio y su valor, o la falta de ellos.
Así que tenemos que preguntarnos: si afirmo ser un verdadero creyente católico, ¿puedo yo comprobarlo con los patrones de mi vida? ¿Cuándo oro? ¿Con qué frecuencia busco el sacramento de la Penitencia? ¿Qué estoy haciendo por los pobres? ¿Estoy sirviendo al necesitado? ¿Conozco realmente a Jesucristo? ¿A quién estoy llevando a la Iglesia? ¿A cuántos jóvenes les he pedido considerar una vocación? ¿Cuánto tiempo dedico compartiendo acerca de Dios con mi esposa, mis hijos y mis amigos? ¿Cuán bien y con qué frecuencia oigo la presencia de Dios en mi propia vida?
La Iglesia tiene muchas buenas razones por las que la gente debería creer en Dios y en Jesucristo y en la belleza y urgencia de su misión. Pero ella tiene solamente un argumento irrefutable de la verdad de lo que ella enseña: el ejemplo personal de sus santos.
Esto significa que el mundo necesita hombres católicos fieles, hombres con hambre de ser santos. El papel de un esposo y padre –un hombre católico que sacrifica sus propios deseos, por amor, para atender las necesidades de su esposa e hijos— es la piedra angular de la vida de un hogar cristiano. La Iglesia en este país puede enfrentar un camino muy duro en los próximos 20 años, y sus hijos necesitan dar un paso adelante y dar testimonio en sus vidas cotidianas. La hombría es una cuestión de biología; simplemente sucede. La hombría debe ser aprendida y ganada y enseñada. Así que necesitamos la amistad de verdaderos hermanos en el Señor para ser los discípulos y líderes que Dios desea que seamos.
¿Dónde podemos conseguirlo? Más adelante esta semana, el 3 de febrero, yo disertaré en la excelente conferencia anual de hombres Into the Breach patrocinada por la diócesis de Phoenix. Y aquí en Filadelfia, la reunión Man-Up Philly cada año es una enorme fuente de amistad y fraternidad entre hombres católicos. Pero esta semana de una manera especial quiero dejar a los lectores y parroquias con una invitación para ver el programa RISE: A 30-Day Challenge. RISE es la obra de los autores Chris Stefanick y Bill Donaghy — yo admiro mucho el trabajo de ambos hombres— apoyados por un equipo de producción impresionante. Y en las palabras del propio programa:
Nuestro objetivo es simple: utilizar poderosos medios de comunicación como una herramienta para presentar el verdadero camino a la libertad y la paz retando a los hombres a vivir la plenitud de su vocación cada día; en casa, en el trabajo y en sus comunidades. RISE da a los hombres un plan de batalla para la vida diaria, mientras camina junto a ellos cada día.
RISE es un viaje por 30 días de vídeos impactantes y contenido escrito. Cada día los hombres experimentan una meditación de video corta y poderosa, palabras inspiradoras y citas, y se les da [a ellos] un desafío [semanal] basado en su estado de ánimo (soltero, casado/niños en casa, casado/no niños en casa, separado/viudo/divorciado). Los hombres también estarán inmersos en poderosas películas cortas de otros hombres que personifican el tema de cada semana. El objetivo es ayudar a todos los hombres, dondequiera que se encuentren en su camino de fe, a vivir la vida plenamente como hijos, hermanos, esposos y padres.
La decadencia de la madurez masculina y la responsabilidad es uno de los mayores problemas que ahora enfrenta la cultura estadounidense. Los hombres católicos necesitan crecer como hombres en la vocación que Dios quiere para ellos. En otras palabras, la curación de la cultura comienza con la conversión de nuestros corazones y acciones. RISE no es el único camino para lograrlo; pero es una valiosa herramienta para el trabajo.
Puede encontrar más información sobre RISE en www.MenRiseUp.org.
Contact:Contact: Kenneth A. Gavin
Chief Communications Officer
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