Columna del Azobispo Chaput: ‘La Alegría del Evangelio’ y el Evangelio de la Vida
‘LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO’ Y EL EVANGELIO DE LA VIDA
Arzobispo Charles J. Chaput, O.F.M. Cap.
31 de agosto del 2015
La columna de esta semana es adaptada de comentarios del 28 de agosto del arzobispo Chaput a la Religion Newswriter Association nacional. Participó en un panel, patrocinado por los Caballeros de Colón, sobre la inminente visita papal a Estados Unidos.
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¿Qué esperamos que el papa Francisco se lleve de su visita de septiembre a Filadelfia? Espero que él se dé cuenta de que los católicos estadounidenses en general y los católicos de Filadelfia en una manera muy especial, lo quieren y lo apoyan incondicionalmente. Espero que él vea que hay mucho de bueno en nuestro país, y mucho de ello comenzó aquí en Filadelfia, donde nació nuestra nación.
Espero que él vea cuan profundamente formados somos —como ciudad y como pueblo— por la experiencia del inmigrante. Espero que él vea que la Iglesia aquí está viva y ansiosa de un nuevo espíritu de vida. También espero que él vea la gravedad de los desafíos que enfrentamos en la promoción de un enfoque cristiano a la vida familiar, matrimonio, sexualidad humana y la libertad religiosa. Y espero que se vaya con un sentido de cómo la Iglesia estadounidense realmente realiza su misión.
¿Qué quiero decir con esa última frase? Los críticos a veces dicen que los obispos de Estados Unidos hablan demasiado acerca de temas como el aborto y la libertad religiosa mientras que pasan por alto a los pobres. Y por supuesto nosotros hablamos de esos temas, y vamos a seguirlo haciendo–vigorosamente y tanto como sea necesario —porque el derecho a la vida y la libertad religiosa son fundamentales a la dignidad humana. Sin el derecho a la vida, todos los demás derechos humanos están en peligro.
Pero considere esto: En Filadelfia, gastamos menos de $200.000 al año en la oficina que se encarga de la santidad de la vida, familia y asuntos laicales. Tiene un empleado de tiempo completo. La mayor parte de nuestro trabajo específicamente «provida» se realiza por voluntarios y a nivel parroquial.
En comparación, gastamos más de 4,2 millones al año de dólares arquidiocesanos donados privadamente —cada año— en servicios sociales para los pobres, los desamparados, discapacitados, jóvenes con problemas, mujeres maltratadas, asesoramientos de inmigración, despensas de alimentos y programas nutricionales. Y gestionamos otros $100 millones en fondos públicos para los mismos esfuerzos o similares. Contamos con 1.600 empleados de tiempo completo repartidos en estos ministerios sociales católicos haciendo obras de misericordia —y menos de 200 de ellos participan en servicios de crianza de hijos, apoyo a familias y embarazos.
¿Cuál es la lección? Si hay algo «desbalanceado» sobre el testimonio real de la Iglesia católica en Filadelfia, es que está cargada pesadamente a favor de los pobres. Siempre ha sido así. Y esa es la realidad en casi todas las diócesis en Estados Unidos. Pero no es un hecho que encaja cómodamente en una trama de «el compasivo papa Francisco vs los obispos conservadores estadounidenses».
Cuando Francisco era un arzobispo en Buenos Aires, líderes políticos de la Argentina lo injuriaban públicamente como el «líder de la oposición». Cuando defendió la enseñanza de la Iglesia en temas como la sexualidad y el matrimonio, ellos lo acusaban de conducir «una Inquisición». Él escribió acerca de su frustración con ese feo gobierno y la narrativa de los medios de comunicación en su libro del 2010, Sobre el cielo y la tierra. Vale la pena tomarlo en serio.
Así que espero que en su viaje a casa el 27 de septiembre, el Santo Padre entienda que los católicos estadounidenses comparten cada onza de su pasión por el servicio cristiano y la dignidad humana –comenzando con el niño por nacer, pero no terminando allí; incluidos los pobres y los inmigrantes, pero alcanzando desde la concepción hasta la muerte natural y confirmando que «la alegría del Evangelio» proviene de un Evangelio de vida.