Columna del Arzobispo Chaput: Un Nuevo Resumen de un Disputado Tema
El objetivo de mi columna de esta semana es simple: apuntar a los lectores hacia The New Atlantis, una de las mejores revistas de la nación sobre ciencia, tecnología y su intersección con la ética. A principios de esta semana (22 de agosto), The New Atlantis lanzó un importante resumen de casi 200 estudios validados desde la década de 1950 hasta la actualidad en temas de sexualidad e identidad de género, con los resultados de las ciencias biológicas, psicológicas y sociales.
El resumen, titulado “Sexuality and Gender” (Sexualidad y género), se puede encontrar en línea. Mientras que el cuerpo de la descripción puede ser denso en datos para el lector promedio, el resumen ejecutivo, la conclusión y las notas preliminares de cada sección son claros, bien escritos y accesibles a cualquier adulto interesado. Y debemos estar interesados, porque la sexualidad e identidad de género son temas muy disputados con grandes implicaciones para la salud de las personas y nuestra cultura en general.
Afortunadamente, los autores del resumen son dos hombres de credenciales profesionales distinguidas. Lawrence S. Mayer, M.B., M.S., Ph.d. es un erudito en residencia en el Departamento de Psiquiatría en la Universidad Johns Hopkins y profesor de estadística y bioestadística en la Universidad Estatal de Arizona. Paul R. McHugh, M.D. es profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y fue durante 25 años el psiquiatra en jefe en el Hospital Johns Hopkins.
Algunos de los hallazgos claves incluyen:
La creencia de que la orientación sexual es una característica humana innata, biológicamente fija —que la gente «nace así»— no es apoyada por evidencia científica. Asimismo, la creencia de que la identidad de género es una característica humana innata fija, independiente del sexo biológico —de manera que uno puede ser «un hombre atrapado en un cuerpo de mujer» o «una mujer atrapada en un cuerpo de hombre»— no es apoyada por evidencia científica.
Sólo una minoría de niños que expresan pensamientos atípicos de género o comportamiento continuará haciéndolo en la adolescencia o en la edad adulta. De hecho, una gran mayoría supera su confusión de género al llegar a ser adultos. Así que no hay evidencia de que estos niños deben ser alentados a convertirse en transexuales, mucho menos sometidos a tratamientos hormonales o cirugía. Las personas no heterosexuales y transexuales tienen mayores tasas de problemas de salud mental (ansiedad, depresión, suicidio), así como problemas sociales y de conducta (drogadicción, violencia de pareja), que la población general. Y la discriminación sola no explica toda la disparidad.
Dada la gran cobertura de cuestiones de transgénero en el último año, la tercera sección del resumen de “Gender Identity,” es especialmente valiosa. Como señalan los autores, «hay poca evidencia de que el fenómeno de identidad transgénero tiene una base biológica. También hay poca evidencia de que cuestiones de identidad de género tienen una alta tasa de persistencia en los niños». Además, la «evidencia científica sugiere tener una visión escéptica hacia la afirmación de que los procedimientos de reasignación de sexo proveen los beneficios esperados o resuelven los problemas subyacentes que contribuyen a los elevados riesgos de salud entre la población transgénero».
Los autores son especialmente cautelosos de las intervenciones médicas que son «prescritas y hechas en pacientes identificando o identificados como transgénero. Esto es especialmente preocupante cuando los pacientes que reciben estas intervenciones son niños. Leemos informes populares sobre planes para intervenciones médicas y quirúrgicas en muchos niños preadolescentes, algunos de tan sólo seis años y otras medidas terapéuticas realizadas a niños de dos años. Sugerimos que no se puede determinar la identidad de género de un niño de dos años de edad. Tenemos reservas acerca de cómo los científicos comprenden lo que es incluso para un niño tener un desarrollado sentido de su género, pero independiente de eso, estamos profundamente alarmados de que estas terapias, tratamientos y cirugías parecen desproporcionadas a la gravedad de la angustia experimentada por estas personas jóvenes y en cualquier caso prematuras, ya que la mayoría de los niños que se identifican con el género opuesto a su sexo biológico no continuarán haciéndolo como adultos. Por otra parte, hay una falta de estudios confiables sobre los efectos a largo plazo de estas intervenciones. Urgimos fuertemente precaución a este respecto [énfasis añadido]».
Vivimos en un tiempo en que elementos fundamentales de la identidad humana son rutinariamente desafiados y reimaginados, con consecuencias imposibles de predecir. The New Atlantis nos hace a todos un servicio publicando el informe de “Sexuality and Gender,” y restaurando claridad muy necesitada, sustancia científica y prudencia a nuestros debates.