Columna del Arzobispo Chaput: Un Momento Insustituible en la Historia
La columna de esta semana es adaptada del discurso ofrecido por el arzobispo Chaput en el club Union League de Filadelfia, el 13 de agosto.
El próximo mes, el 8 de septiembre, marca cuatro años desde que llegué como arzobispo. Es exactamente la mitad del camino de mi ministerio aquí. En cuatro años, en septiembre del 2019, cumpliré 75 años; es la edad de jubilación obligatoria para los obispos. Por lo que hoy es un buen día para detenerme y reflexionar. Estamos aquí para hablar sobre el Encuentro Mundial de las Familias; pero no creo que podemos entender su importancia sin recordar algo de historia.
Hace cuatro años era un tiempo difícil. Los católicos en Filadelfia se estremecían de una investigación amarga de un gran jurado; más de 20 sacerdotes estaban en licencia administrativa por alegaciones de mala conducta; había múltiples acusaciones formales; escuelas y parroquias estaban siendo cerradas; nuestro presupuesto anual tenía un endeudamiento de $17 millones; las deudas arquidiocesanas acumuladas ascendían aproximadamente a $300 millones; había exceso de personal en la parte superior; y la CFO (gerente de finanzas) de la Arquidiócesis había malversado casi 1 millón de dólares. Cuatro años más tarde, todavía tenemos un montón de cuestiones que resolver; pero la situación es mucho mejor. Y la razón por el cambio es muy simple: la dedicación y la generosidad de nuestra gente y nuestros sacerdotes.
Por supuesto que arreglar los problemas materiales de una comunidad automáticamente no sanan su espíritu. La Ciudad de Filadelfia y la Iglesia de Filadelfia son los principales actores en la historia de nuestro país. Merecen algo mejor que los problemas de la última década; merecen alguna alegría; merecen una victoria –un cambio que renueve el espíritu. Y esa es la razón por la que dijimos sí cuando la Santa Sede nos pidió acoger el XVIII Encuentro Mundial de las Familias.
Fuimos un poco ingenuos; o tal vez muy ingenuos. Inicialmente, pensamos que tendríamos que recaudar entre $15 millones y $20 millones. La real meta de recaudación de fondos llegó a ser de
$45 millones. La construcción de amistades e infraestructura requerida por un evento como el Encuentro Mundial de las Familias ha sido gratificante, pero también exigente y muy complicada.
Ha sido digna de todo el tiempo y de todo el esfuerzo. Hemos tenido una cooperación maravillosa de la ciudad y del estado; hemos tenido un apoyo extraordinario de la comunidad de negocios, incluyendo Comcast, Aramark, Independence Blue Cross y muchos otros. Los grandes donantes —ambos no católicos y católicos— han sido muy generosos, porque ellos ven claramente que ésta es una celebración para toda la región de Filadelfia.
Estando aquí hoy, estamos por debajo de nuestra meta financiera y todavía tenemos que seguir acrecentando nuestros recursos. Pero estamos más cerca cada día de lo que necesitamos, y estoy seguro de que lo vamos a lograr y superarlo. Esperábamos 250 expositores para el congreso; ahora tenemos 428; a partir de hoy, nuestras inscripciones para el Congreso de la Familia son
casi 15.000 y puede que lleguen a 17.000. Eso significa que ya somos el mayor Encuentro Mundial de las Familias en la historia por las inscripciones al congreso y doble el tamaño del último congreso familiar en Milán en el 2012. Para la visita del papa Francisco que concluye el congreso, esperamos alrededor de 700.000 para el Festival de las Familias del sábado y aproximadamente un millón para la misa del domingo con el papa.
Sin embargo yo tengo una preocupación principal, y necesito su ayuda para superarla. La única cosa que está entre una enormemente exitosa Reunión Mundial de las Familias y una que es
«simplemente» exitosa es nosotros, nosotros mismos –y me refiero a toda la comunidad de Filadelfia. Nosotros nos podemos derrotar al ceder a las angustias y preocupaciones que vienen con cualquier esfuerzo importante como éste. Los medios de comunicación han sido maravillosos y muy positivos en la cobertura de este evento, y estamos muy agradecidos. Pero al acercamos al 22 de septiembre, siempre hay una tentación de centrarse en posibles problemas de seguridad, logística y transporte, y cuando eso sucede, la gente puede comenzar a preguntarse si el esfuerzo de venir al centro de la ciudad vale la pena el tiempo y la energía.
Filadelfia es la cuna de nuestra nación y una de sus más importante ciudades. El papa Francisco es uno de los líderes mundiales más populares y magnéticos de este pasado siglo. Su visita aquí es un momento insustituible en la historia. Es un momento que puede despertar un nuevo espíritu de vida en nuestra ciudad, nuestra región y en nuestra Iglesia.
Pero necesitamos poseer ese espíritu acogiéndolo con nuestra presencia y nuestra participación personal, no sólo con nuestras palabras. Y podemos hacer mejor uniéndonos a él aquí en la ciudad —en el Independence Mall, en el Festival de las Familias y en el Parkway en su misa del domingo. Vale la pena. Va a ser espectacular. Así que por favor únase a nosotros –y dígale a todos con los que usted se encuentre que hagan lo mismo.