December 22, 2015

Columna del Azobispo Chaput: EL Significado de la Navidad, Este Año y Cada Año

Después que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos , pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer». Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre. Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño. Todos los que escucharon a los pastores se quedaron maravillados de lo que decían. María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior. (Lucas 2:15-20)

Los pastores de las colinas de Judea eran ásperos y simples hombres. Pero tal vez sólo en su simplicidad podrían escuchar el mensaje que los arrastró con urgencia en la noche hacia Belén. Recibieron las palabras del ángel con alegría y sin miedo. Actuaron en esta gran revelación de Dios en un espíritu de fe y esa fe los llevó a María y José y a un Niño. Cuando lo encontraron, ellos entendieron, y dieron a conocer a otros el mensaje que se les había dicho acerca de este Niño. Y la Escritura nos dice que todos los que lo oyeron quedaron asombrados.

Hoy en día, en nuestras vidas, tenemos que seguir los pasos de estos pastores. Debemos pedirle a Dios por la gracia de ser asombrados, como lo fueron ellos, a medida que nos acercamos al pesebre, porque la verdad de este Niño va más allá de lo que podríamos desear o anticipar. Debemos pedirle a Dios por la gracia de ser simples y puros de corazón, como los pastores; para irradiar la alegría de su descubrimiento, como lo hicieron ellos. Veamos en este infante Jesús nuestro Mesías verdadero y el principio de nuestra salvación. Y pidámosle a Dios por la fe y el valor para dar a conocer en el mundo que nos rodea todo lo que se nos ha revelado de este milagroso acontecimiento.

 El recién nacido en el pesebre crece en el Redentor que nos libera de la esclavitud del pecado y el temor de la muerte. Él nos consuela. Nos anima. Él nos enseña. Él camina con nosotros en nuestros sufrimientos. Él nos llena de esperanza. Nos ofrece vida —vida eterna— sin costo ni más obligación que amarnos unos a otros como él nos ama. Lejos de violar nuestra libertad, este Niño restaura, dignifica nuestra humanidad con su propia santidad encarnada y luego le añade enormemente con su victoria sobre la muerte en nuestro nombre, ganada por morir por nuestros pecados en la Cruz y luego resucitar de la tumba. Este Niño Jesús nos dará el espíritu de Dios, que trae nueva vida en nuestros corazones y nos invita a amar incluso a nuestros enemigos y perseguidores.

Cualesquiera que sean nuestras cargas y preocupaciones, estos días de Navidad son una amnistía. Esta Navidad, en este Año de la Misericordia, vayamos a Belén en nuestros corazones para ver a este Niño. Y luego compartámoslo alegremente con el mundo.

Que Dios bendiga a ustedes y a sus familias y a todas las personas en nuestras parroquias y Arquidiócesis, con una feliz Navidad y un santo y feliz nuevo año. A todos los recordaré en mis Misas de Navidad, y también les pido que oren por mí.

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